sábado, 24 de noviembre de 2012

En estos tres meses de viaje y de vida del blog, he dedicado solamente una publicación para escribir acerca de mi proyecto y las personas que trabajan conmigo. Es justo escribir ahora un poco más detalladamente mi trabajo en la fundación.

Los primeros días de orientación son siempre entusiasmantes pero irónicamente confusos. Llega el momento sin embargo, en que todo se vuelve una rutina y las cosas parecen relativamente más fáciles. Creo, que he llegado a ese punto y ya me puedo considerar uno más de la "pandilla."

Trabajo principalmente como profesor de piano, enseñando a chicos de nivel inicial y medio. No tengo la preparación ni experiencia necesarios para tomar el cargo pero me esfuerzo en comunicar lo que sé de la mejor manera. A veces no sé si lo que les digo les hará bien o mal, pero experimentando junto con los alumnos en los 40 minutos de clase, y con la ayuda del director, espero ver buenos resultados en un futuro.

La próxima semana, una de las pocas orquestas sinfónicas de la India se presenta bajo la batuta del Dr. Ashley, director de mi proyecto, con obras de Mendelssohn, Elgar y Suk, además de una serie de los clásicos de Broadway y unos cuantos villancicos para la navidad que se aproxima. Espero de verdad que el evento sea un gran éxito y que además pueda aprender mucho de esta experiencia, pues sería la primera vez que formo parte del "staff" organizador, y no del público como de costumbre.

Hay canciones que debo aprender para 2 presentaciones: la primera en la Iglesia de Whitefield el 9 de Diciembre y la segunda para un musical que el Dr. Ashley, está preparando con chicos de entre 15 y 18 años de "Sindhi Highschool," el 21 y 22 de diciembre. El musical es una versión moderna de la famosa obra de Disney, Cenicienta.

Próximamente publicaré fotos sobre mi proyecto, mis colegas (mis alumnso quizás) y el concierto.....








sábado, 17 de noviembre de 2012

Después de Hampi, no pensé que volvería a viajar hasta las vacaciones de diciembre, debido sobretodo al tiempo que tengo que dedicar al trabajo y los proyectos en la fundación, sobre los cuales haré una publicación más adelante.

Esta vez, y gracias a la invitación de Paula, una amiga voluntaria, pude viajar a Bylakuppe, uno de los asentamientos tibetanos más grandes e importantes en la India. 

Todo comienza con un viaje nocturno en un autobus de asientos diminutos y con una pelea entre pasajeros disgustados y el controlador. Típico. Llegando a las 5:30 am y sin haber dormido mucho, me encuentro con Paula, Steffi y Anna en un pueblo llamado Kushalnagar, muy cerca de Bylakuppe, en donde tendríamos que pasar la noche, pues todo extranjero necesita un permiso especial del gobierno para dormir en el pequeño Tíbet, el cual demora en tramitar, en promedio, 6 meses. Típico.



Es así que aprovechamos el día desde las 6 am, y después de tomar un rickshaw, la niebla y el frío (junto con un paisaje inesperado parecido a Machachi) nos dan la bienvenida al pueblo. Coloridos banderines de oraciones cuelgan de todas las terrazas y balcones del vecindario, pues según las creencias y tradiciones budistas, (y reflejo de profunda espiritualidad) el viento es el encargado de llevar consigo las bendiciones y buenos deseos en ellas escritas a la población entera. Compré unas cuantas, pues además de que me cautivó su significado, necesitaba decorar de cierta forma mi habitación, hasta el momento vacia.


No solo en terrazas y balcones. Encontramos un bosque lleno de banderines.

La atracción principal del pueblo es el "Templo Dorado", el cual contiene estatuas gigantes de oro de Buddha, decenas de telares y murales con intrincados diseños, que junto con el monasterio y los monjes residentes en sus característicos hábitos rojos y amarillos, hacen de este un lugar especial.


Una de las detalladas pinturas en las paredes del templo












En todas partes aparecen letreros, calcomanías y gigantografías, con fuertes imágenes de inmolaciones de cientos de tibetanos a manera de protesta, con el fin de difundir la campaña de liberación del Tíbet, lo que me ha hecho mucho más curioso de profundizar lo poco se en este tema.
Por todo lo que logramos visitar y experimentar en este pequeño y acogedor pueblo, espero sin duda, regresar próximamente y conocer más a fondo sobre esta gente, que sonríe junto con sus niños cada vez que nos ven pasar por esas angostas calles.

Pd: De regreso teníamos que parar en Mysore para tomar el tren hacia Bangalore. Gracias a Dios, mi segundo viaje en estos dichosos ferrocarriles fue mucho más cómodo. Al menos fuimos sentados.